Amigos Kilterriers
A continuación les dejamos un relato del autor Argentino Nicolás Pedretti
con el que próximamente publicaremos un compendio de relatos
que lo disfruten!!
Robot de Flan
Estuve toda
la tarde haciendo barro terapia
en la casa de mi amigo hippie buena onda, Gastón Franchini.
Tiene una casita re linda, por el bosque del faro,
hecha de macramé, semillas y mostacillas.
¡Pura artesanía!
Las sillas, la mesa, la puerta: todo hecho
artesanalmente.
Menos el techo, el techo es de dreadlocks.
Rastas entrelazadas que fue recolectando
durante años y años de viajes.
Toda la
tarde nos revolcamos en la pachamama
al ritmo de Manu chao, mano negra y alfa blondi,
re liberador, psicodélico,
“un criadero de dengue” dijo un duende que pasó.
Después, fuimos a comer.
Comimos brócolis hervidos, cosechados de su quinta orgánica.
En la cena, me explicó la filosofía vegetariana.
Le pregunté, si podía comer cornalitos, que son tan chiquitos
que casi ni tienen vida.
Me dijo que no, que no puede comer nada
que tenga cerebro, ojos y pueda sonreír.
Ni siquiera una galletita sonrisa.
Después del
postre, que era brócolis en almíbar,
charlamos acerca de ser padres.
Me dijo, que si tenía un hijo le iba a poner África.
Le dije que era un ignorante, que África es un país muy pobre.
Lleno de afroamericanos que la pasan re mal
y siempre tienen hambre,
porque no tienen para comer.
Que, si quiere ponerle un nombre copado,
le ponga amoxilina.
Nada que ver, me dijo, le voy a poner Aloe vera.
A
las doce, me volví en taxi.
A mitad de camino, me empezó a doler la panza.
Me bajé dos cuadras antes y caminé hasta mi casa.
Me acosté con fiebre, escalofríos y retorcijones.
Y tuve un sueño muy raro:
iba en bicicleta
con el increíble Hulk
sentado en el manubrio.
Teníamos
que subir una loma re empinada,
antes que los brócolis, que también iban en bicicleta.
Ellos iban bien, en un ratito,
nos habían sacado un kilómetro de distancia.
Nosotros, en cambio, no avanzábamos nada.
Encima Hulk se enojaba y me pegaba cachetadas.
Dale, me decía, apúrate que voy re incomodo
y el freno, que me estoy clavando,
en cualquier momento me va a reventar la próstata.
Yo le decía que no me pegue, que tenía la mano re pesada.
Que, si me quería motivar psicológicamente,
me tire buena onda.
Después
llegábamos a la costa,
nos sentábamos y tomábamos mate.
Cuando se nos acababa el agua, le decía a Hulk
que se haga
chiquito
y que piense en cosas tristes.
Cuando Hulk se hacía chiquito, lo metía adentro del termo
y Hulk lloraba, lloraba y lloraba hasta que llenaba el termo.
Después salía, volvía a su tamaño natural
y seguíamos tomando mate,
disfrutando de la vista
nutriéndonos con su angustia radioactiva.
Me desperté
temblando de frío.
Llamé a mi mamá y le dije que tenía cólera.
Me dijo que me abrigue y vaya al médico.
Me tomé un taxi y fui al médico.
Llegué y me atendió la secretaria y me dijo:
- tenés que sacar un turno, hay diez personas adelante tuyo.
Estuve diez minutos en la sala de espera
y me fui a hacer tiempo a la plaza.
Compré una bolsa de maní
y me senté en un banco de la plaza mitre.
Siempre, cuando me siento triste,
voy a la plaza con una bolsa de maní
y les doy de comer a los linyeras.
Me siento en un banco y les tiro maní desde ahí.
De
regreso a la clínica, me cruce con un compañero de letras,
que recién salía de terapia intensiva.
Me dejó un panfleto para una muestra de fotografía.
Yo le dije
que iba a ir, pero no fui.
Porque las muestras de fotografía,
me parecen aburridísimas,
siempre son lo mismo.
La foto de una vieja caminando,
un linyera durmiendo adentro de un tacho de basura
o una lesbiana con cara de culo.